jueves, 11 de febrero de 2016

CENIZAS de MISERICORDIA

Comienza el tiempo de vivir de verdad, sin estridencias, sin hacer ruido, desde lo profundo, sin llamar la atención, pero con la certeza de que nuestra vida está orientada hacia Él. 
Es tiempo de mirar hacia dentro y también hacia fuera; nuestros ayunos, sacrificios y oraciones no sólo van encaminados a hacernos crecer personalmente, sino a contribuir en crecimiento de quien nos rodea.


"El ayuno que yo quiero..."                                                  
En un vigoroso ataque a la hipocresía, el Papa Francisco advirtió que no se pueden utilizar ni la asistencia a misa, ni la comunión, ni las limosnas a la Iglesia como excusas para no pagar salarios justos. Señaló también que el mejor ayuno de Cuaresma es pagar los salarios enteros- no «en negro», escamoteando la pensión y la cobertura sanitaria-, y ayudar a los necesitados.
Durante la misa de la mañana, Francisco preguntó hipotéticamente: «¿Cómo es la relación con tus empleados? ¿Les pagas en negro? ¿Les pagas el salario justo? ¿Pagas tu cuota para sus pensiones y su seguro sanitario?».
Si no se hace, la limosna no justifica pues, «tú no puedes hacer donativos a la Iglesia a costa de la injusticia con tus empleados. Es un pecado gravísimo: usar a Dios para cubrir la injusticia». 
La sinceridad es parte del espíritu de la Cuaresma -los cuarenta días preparatorios de la Semana Santa-, iniciados este miércoles de Ceniza, en los que se ofrece el sacrificio de abstenerse de comer carne los viernes.
En el tono coloquial de las homilías en casa Santa Marta, el Papa subrayó la importancia de la sinceridad del corazón presentando como hipócrita a quien diga: «Hoy es viernes, no se puede comer carne... Me haré un hermoso plato de marisco, un pequeño banquete… y así evito la carne».
En la misma hipocresía caen los que valoran los tres primeros mandamientos, referidos a Dios y descuidan los otros siete referidos al prójimo.
Francisco dejó claro que «no es buen cristiano quien no hace justicia a las personas que dependen de uno, quien no se desprende de algo para dárselo a quien sufre necesidad». 
E insistió en que el camino de la Cuaresma «es doble: es Dios y el prójimo. Es real, no es formal. No consiste en abstenerse de carne el viernes y hacer alguna cosilla buena, al tiempo que se deja crecer el egoísmo, la explotación del prójimo, el ignorar a los pobres».

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